Conozco muchos hombres y tengo muchos amigos que sienten miedo o vergüenza de identificarse como feministas por la cantidad de prejuicios y estereotipos que han sido adjudicados a esta corriente de pensamiento, aun cuando sus ideas y acciones sean, ciertamente, feministas.
La mayoría de ellos cree en la igualdad de derechos y oportunidades y está en contra de la dominación ejercida sobre las mujeres durante siglos. Pero para ser un hombre feminista la clave es la solidaridad y el entendimiento del juego privilegios/opresiones dependiendo de tu género.
El problema está en que muchos hombres y mujeres no entienden de qué se trata realmente el feminismo. Para ponerlo simple me apoyaré en la definición de bell hooks:
“Feminismo: movimiento para eliminar el sexismo, la explotación sexista y la opresión”.
Ahora bien, hay que partir de que el feminismo surge en respuesta a un sistema estructural de dominación de hombres sobre mujeres; a este sistema se le conoce como patriarcado y sobre su base se construyó nuestra sociedad, pues utilizando estereotipos de género fueron asignadas distintas cargas y roles a hombres y mujeres.
Estos roles de género son bien conocidos por todos. El hombre es el que trabaja, provee para la familia y su ambiente natural es “la calle”, mientras que la mujer permanece en “la casa”, cocina y atiende a su familia. Si bien en la actualidad la balanza está un poco más equilibrada, aún la percepción de “lo-que-se-supone” debe ser una mujer y/o un hombre sigue estando bien arraigada en nuestra cultura.
De allí nace esa pena o miedo que muchos hombres siente de llamarse a sí mismos feministas, pues el concepto de masculinidad impuesto es tan rígido y frágil que cualquier intento de crítica es inmediatamente tildado como homosexualidad.
Si bien el patriarcado trae muchos beneficios a los hombres, al considerarlos superiores y más merecedores que las mujeres, esos beneficios vienen con un precio a pagar. El principal es ese molde de masculinidad que debe ser llenado si un hombre quiere llamarse hombre: ser siempre el macho alpha, el proveedor, no tener emociones, etc., son solo parte de la carga. Así que todo el que no pueda o no quiera encajar en esa horma puede empezar a considerar el feminismo como modelo de vida.
Sin embargo, parte importante de ser un hombre feminista es reconocer los privilegios que envuelve haber nacido con un pene e identificarse a sí mismo como hombre, y esa es la parte más difícil.
Desaprender un modelo cultural no es tarea sencilla, pero admitir que las inequidades existen es el primer paso. Puedes considerarte feminista si muchas veces te preguntas por qué se supone que tu mamá o pareja deba encargarse de todo en el hogar, o por qué una colega gana menos que tú haciendo el mismo trabajo, o por qué se supone que los hombres no lloran.
Feminismo no es lo opuesto a machismo. No es un modelo que odia a los hombres o que pide condiciones especiales para las mujeres. El feminismo es una corriente socio-política que reclama que la mitad del planeta tenga los mismos derechos y oportunidades que la otra mitad. Y en mi opinión para lograr ese objetivo la solidaridad masculina es clave.
Pero para comenzar a ejercer esa solidaridad hay que dejar de entender el feminismo (y todo en general) desde el punto de vista masculino, no se trata de los hombres se trata de las mujeres y nuestros derechos. Y ustedes, hombres, también pueden ser eco de nuestras voces porque hay muchos que saben que eso es lo justo.

Toda la sociedad se beneficia del empoderamiento femenino y de una distribución equilibrada de los roles. Y así como es indudable que una mujer puede ser tan machista como un hombre, un hombre también puede ser tan feminista como cualquier mujer. ¡Así que vamos a cambiar las reglas del juego!
Cuéntame por qué te consideras un hombre feminista y qué ideas quieres desmitificar.