El 3 de junio de 2015 el pueblo Argentino salió a la calle una vez más. La histórica marcha #Niunamenos, que no sólo tuvo repercusión en distintas ciudades argentinas sino en toda Latinoamérica, significó un antes y un después. La consigna que nos unía era una, pero los motivos eran muchos: basta de femicidios, basta de acoso, basta de impunidad.

Tuve la suerte de marchar hacia el Congreso de la Nación junto a miles de mujeres y hombres autoconvocados que decidieron levantar su voz y sus carteles en pos de la lucha por una sociedad más igualitaria y más justa. Por primera vez en los 7 años que llevo viviendo en Buenos Aires me sentí parte de algo mucho más grande que todas las personas que estaban ahí presentes. Me sentí parte de una revolución.

El femicidio y la violencia de género pasaron a formar parte primordial en la agenda mediática y política. El consejo nacional comenzó nuevamente a tratar temas que por años estuvieron archivados, las llamadas a la línea de emergencias, prevención y asesoramiento se multiplicaron.

Foto ingrid beck
Foto: Ingrid Beck

Pero a diez meses de esta increíble jornada las cosas mucho no han cambiado: en Argentina, una mujer muere cada 30 horas. ¿Lo preocupante? En la línea de atención de Centro Nacional de Mujeres 97 de cada 100 llamados son por causa de violencia doméstica. Y 26 de esos 100, son menores de 18 años.

Falta mucho camino por recorrer. #Niunamenos significó un paso gigante hacia una sociedad más equitativa y consciente de la realidad que nos rodea. Pero sólo fue un paso.

Mientras los medios sigan hablando de cómo estaba vestida la víctima, mientras el  largo -o corto- de la pollera importe más que los derechos violentados, mientras que el “viajaba sola” siga existiendo, cuando la víctima deje de tener la culpa, ese día podrá hablarse de un cambio. Porque éste no va a suceder de una marcha para otra: el cambio tiene que darse en las estructuras más profunda de la psiquis social.

No hace falta esperar una nueva marcha para hablar sobre la violencia de género y trabajar para combatirla. No debería hacer falta una marcha para visibilizar en los medios a las miles de mujeres y niñas afectadas por una cultura sexista. No debería hacer falta una marcha para animarnos a alzar la voz por una vida libre de violencia. No debería hacer falta una marcha para recordar que las mujeres merecemos los mismos derechos que los hombres.

Por eso debemos seguir activas, no olvidar que #niunamenos es una consiga que debemos llevar con nosotros a nuestros espacios. Marchemos en nuestro día a día para combatir el machismo cotidiano.  

Pero fundamentalmente, marchemos para concientizar a todos aquellos que aún están dormidos.
Imagen de portada: Caricatura de Liniers

¿Has participado de marchas feministas? Cuéntanos tu experiencia.