Alrededor del mundo la práctica de la maternidad subrogada, mejor conocida como vientre de alquiler, es bastante común. La legislación al respecto varia, en casi la totalidad de América Latina no hay legislación que la sustente, pero tampoco es ilegal, lo que deja un vacío legal.

En países como España, Holanda, Francia y Alemania este tipo de contrato está prohibido. En otros lugares, la maternidad comercial está prohibida pero si se trata de fines altruistas (donde no se pague compensación adicional por la gestación) sí se permite.  Finalmente, países como EEUU, Rusia o Ucrania sí permiten la maternidad subrogada.

Sin embargo, muchas parejas se aprovechan de estos vacíos legales para alquilar vientres de madres en países del Global South, debido a que las tarifas son mucho más bajas que en sus países de origen. Por ejemplo, tener una madre subrogada en EEUU puede costar entre $150 mil y $200 mil, mientras que en México o la India esa cifra se reduce a solo $50 mil.

Por supuesto, son las mujeres más pobres las que se convierten en madres de alquiler como forma de obtener ingresos para sus familias. El problema está en que, en medio de una situación de pobreza extrema, las condiciones de estos contratos no les son bien explicadas a las mujeres. En ocasiones, son aisladas de su entorno, internadas en casas especiales para madres sustitutas donde viven durante los 9 meses de embarazo, supervisadas 24/7 y, posteriormente, devueltas a la precariedad de su vida regular tras el parto.

Este tipo de prácticas comerciales terminan explotando los cuerpos femeninos, reduciéndolos a simples vasijas para gestar niños, quienes terminan siendo cosificados también. Al final no se entiende que la mujer no es solo su vientre, por ende la maternidad comercial literalmente alquila a un individuo y compra otra vida humana.

Ilustración por Willy Uzcátegui (@willycartoon)
Ilustración por Willy Uzcátegui (@willycartoon)

Adicionalmente, muchas agencias de subrogación internacional se comportan como un Amazon de bebés. Los padres se ponen en contacto con la agencia vía internet, escogen a la madre a través de un catálogo, envían los óvulos fecundados al país de residencia de la madre sustituta y, ¡sorpresa!, 9 meses después tienen a su bebé listo para ser recogido.

¿Pero dónde queda el trato digno y la compensación justa hacia la madre sustituta? Que aunque legalmente no tiene derecho sobre el niño (ese no es el punto), igual merece no ser humillada ni abusada. Muchas veces incluso limitan los derechos reproductivos propios para que el cuerpo de la mujer esté los “suficientemente apto” para llevar un bebé ajeno.

En muchos casos, la maternidad subrogada funciona como caldo de cultivo para la explotación de personas y el tráfico de seres humanos. El informe de Profesionales por la ética relata que:

“En Estados Unidos, se desmanteló una red de abogados que había creado un inventario de bebés no nacidos para venderlos al precio de $100.000 utilizando vientres de alquiler. En Asia se desmanteló una red de venta de bebés, Babe 1013, en la que se liberó a veintiuna jóvenes vietnamitas secuestradas bajo el engaño de una oferta de trabajo, para utilizarlas como madres gestantes a través de la implantación de embriones o la violación. A primeros de Junio de 2012, la policía nigeriana rescató de una casa a 32 niñas embarazadas, de entre 15 y 17 años de edad. Algunas de ellas declararon que les habían ofrecido aproximadamente 192 dólares por vender a sus bebés, el precio final dependía del sexo de los bebés. Los bebés eran vendidos después por una cantidad que oscilaba entre los 2.000 y los 6.000 dólares”.

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En otros casos, la maternidad subrogada se presta para extender prácticas discriminatorias contra discapacitados, pues los padres tienen derecho a obtener su dinero de vuelta si el bebé viene con algún problema físico o genético. En ese caso, los padres pueden decidir si se practica el aborto o si el embarazo puede llevarse a término, pero la madre subrogada sería la final encargada del bebé con discapacidad. En Tailandia se dio el caso de unos gemelos que nacieron de una madre sustituta, uno de ellos nació con síndrome de Down y los padres decidieron quedarse solo con el niño sano.

Como si no fuera suficiente, frecuentemente las agencias de subrogación planifican y publicitan el turismo reproductivo; promocionando escapadas románticas para parejas en las cuales podrán contratar los servicios de alquiler de la madre y dejar los fluidos biológicos que luego serán utilizados para la fecundación. Aquí vemos como estas empresas se lucran de la infelicidad de parejas infértiles y se aprovechan de necesidades económicas de mujeres desfavorecidas.

Esto no se trata de los lazos madre-bebé, para mi esa esa es otra discusión que ni siquiera viene tanto al caso. En mi opinión, el meollo del asunto es el trato indigno al que son sometidas todas las partes involucradas, especialmente las madres, que son usadas como parte de un negocio, y los niños, que son tratados como un producto comercial que requiere control de calidad.

La creación de vida no debería convertirse en una transacción. Es necesario que se abra un amplio debate acerca de todas las implicaciones de la maternidad subrogada y se legisle en favor de la protección de todas las partes.

¿Qué opinan sobre la maternidad subrogada?