Hoy tuve el privilegio de participar en una de las Marchas de Mujeres que se organizó en apoyo a la Women’s March en Washington D.C. como muestra de solidaridad y resistencia ante los ataques machistas y misóginos del nuevo presidente de EEUU, Donald Trump (sí, me costó escribirlo, aún no lo supero).
Kingston es una ciudad Canadiense relativamente pequeña (120.000 habitantes), así que cuando vi una gran cantidad de mujeres, miembros de la comunidad LBGTQI+ y aliados me emocioné muchísimo. El rosado invadió las calles y ni el frío pudo con las ganas de expresar nuestros deseos por un mundo más justo para las mujeres y todas las minorías en general.
Según los organizadores de la Women’s March, ayer aproximadamente 5 millones de mujeres marcharon en 673 localidades en pro de los derechos de la mujer. En Latinoamérica hubo marchas en Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Mexico, Nicaragua, Perú y Uruguay.
Pero lo más importante de esta movilización global es que reconoció la importancia de construir un movimiento feminista interseccional donde todas las voces tengan una plataforma, entendiendo que no todas las mujeres sufren los mismos problemas y eso no quiere decir que algunas soluciones son más urgentes que otras, porque todas son urgentes, importantes y NECESARIAS.
Y es que aquí el problema no es solo Trump. Trump es síntoma de una sociedad machista y misógina que pretende ignorar los problemas de las mujeres. Trump es la muestra de cómo el machismo y la supremacía blanca logran el poder y pueden alienar las mentes de millones, quienes en el fondo piensan que las mujeres no tienen ningún problema en el siglo XXI porque pueden votar e ir a la escuela.
¿Pero saben qué? El que una mujer sienta miedo en la calle caminando de noche es problema de todxs, el que una mujer sea llamada puta por vestirse de cierta forma o por disfrutar de su sexualidad es problema de todxs, el que una mujer sea violada y asesinada simplemente por ser considerada un objeto descartable es problema de todxs. Cada vez que un hombre trata a una mujer de forma denigrante o condescendiente, todxs tenemos que responder. Cada vez que una mujer gane menos que un hombre por hacer el mismo trabajo, todxs tenemos que responder.

Por eso salimos a marchar ayer, porque no vamos a retroceder. No vamos a aceptar que nuestros derechos reproductivos sean arrancados de raíz y que las conquistas feministas de miles de mujeres se desvanezcan. No vamos a aceptar que el abuso sexual sea normalizado, no vamos a permitir que la retórica racista y xenófoba se instale en nuestras comunidades. Queremos que las diferencias sean aceptadas porque es lo que enriquece a las sociedades.
No vamos a volver a ser ignoradas, a ser cuerpos sin voces que sirven como esposa trofeo o agujeros para satisfacer el deseo sexual. Vamos a resistir ante la retórica misógina de Trump y de quien sea, porque no hay más opción que seguir avanzando en la conquista de nuestros derechos y de una sociedad más justa para todxs.
Ayer marchamos por todas las minorías: mujeres, LGBTQI+, negros, indígenas, inmigrantes, refugiados, personas con discapacidad, sobrevivientes de abuso sexual; y creamos un movimiento diverso que no puede seguir siendo ignorado. Ayer marchamos en solidaridad por nuestros derechos humanos y continuaremos la lucha hasta que las mujeres alcancemos la equidad en todos los espacios y hasta que todas las mujeres puedan decidir sobre sus cuerpos y sus vidas sin ser juzgadas o abusadas por ello.
¿Y tú por qué marchaste? Cuéntanos tu opinión sobre la Marcha de Mujeres