Hoy la Organización de la Naciones Unidas conmemora el Día Internacional de la Mujer con el tema “Las mujeres en el cambiante mundo del trabajo: planea 50-50 para el 2030″. Pero la realidad es que la disparidad de género es tan evidente y abismal que la brecha salarial no se cerrará sino hasta 2069, si la sociedad continua avanzando a este ritmo.
Sin duda alguna, la globalización y la tecnología brindan muchas oportunidades a miles de mujeres que antes no las tenían, pero el desbalance entre las cargas familiares y laborales sumerge a las mujeres en el mundo del empleo precario y mal remunerado. Apenas 50% de las mujeres en edad laboral están en el mercado de trabajo, versus 76% de los hombres en el mismo rango. Las mujeres seguimos relegadas al ámbito de lo privado, donde somos invisibles y donde nuestro trabajo no es ni valorado ni remunerado.

“También es preciso actuar con determinación para eliminar la discriminación que las mujeres encuentran en múltiples frentes, que convergen más allá del tema del género: la orientación sexual, la discapacidad, la edad avanzada y la raza. Estos factores contribuyen a la desigualdad salarial: la brecha salarial de género es, en promedio, del 23%, pero se eleva al 40% en el caso de las mujeres afroamericanas en los Estados Unidos. En la Unión Europea, las mujeres de edad avanzada tienen un 37% más de probabilidades de vivir en la pobreza que los hombres del mismo rango de edad.
Personalmente, lo que más me afecta es que cada vez que llega el Día de la Mujer muchos se desviven en halagos sobre la importancia de las mujeres para la sociedad, pero no reflexionan sobre los desequilibrios históricos que han causado todas las discriminaciones de género y el desbalance en relaciones de poder. Porque seamos honestos, nunca las mujeres han sido entendidas como piezas claves para el desarrollo.
Para los empleadores, el trabajo de las mujeres sigue teniendo un papel “complementario” pues no son consideradas el sustento del hogar, por ende tienden a ganar menos, incluso en profesiones tradicionalmente consideradas como masculinas. Adicionalmente, las mujeres y niñas sostienen los hogares con una gran cantidad de trabajo no remunerado ni valorado. Son las mujeres las que se aseguran que todos los miembros del hogar puedan salir a trabajar al día siguiente pues tienen comida, ropa limpia y un techo seguro donde dormir. Pero, ¿por qué esta carga está solo del lado femenino?

Es evidente que cuando la responsabilidad del hogar recae enteramente sobre la mujer, el tiempo para trabajar fuera de casa se reduce, después de todo el día tiene solo 24 horas. Esto genera todo tipo de desbalance en oportunidades de estudio y trabajo, y termina relegando a las mujeres a un trabajo de medio tiempo o con mayor flexibilidad pero menor paga.
“Para lograr economías sostenibles y saneadas, el mercado laboral debe empoderar a las mujeres y eliminar las desigualdades persistentes que impiden a las mujeres colocarse en pie de igualdad con los hombres…Ya sea la igualdad de salarios, el trabajo no remunerado de las mujeres, el empleo decente, la eliminación de las barreras discriminatorias o la inversión en el acceso de las mujeres a las economías ecológica y digital.
Mi punto es que para que el Día de la Mujer debe ser entendido como un momento de reflexión sobre la lucha que aún queda por dar. Tenemos que trabajar por cambiar patrones de crianza y estereotipos que relegan a nuestras niñas a un rol secundario. Hay que educar para que las niñas participen más en todos los ámbitos del conocimiento y para que los niños participen más en las labores domésticas. Hay que balancear el planeta.

Porque la raíz del problema es que el trabajo doméstico no se valora porque “no produce”, monetariamente hablando (personalmente estoy en desacuerdo con esta concepción pero eso ya es tema para otro post). Y como este trabajo ha sido catalogado como femenino a la mujer no se le valora por su capacidad productiva. No se nos valora como agentes de cambio y generadoras de beneficios para la sociedad, a pesar de todos los estudios de la ONU que demuestran que “la eliminación de la disparidad entre los géneros en el empleo podría aumentar el PIB mundial en 12 billones de dólares para 2025”.
El feminismo no se trata de no tener hijos, de no querer formar una familia o de no hacer las labores del hogar. Se trata de que cada mujer tenga la elección de hacer con su futuro lo que ella disponga, se trata de que no se acepte implícitamente que la mujer está a cargo del hogar porque así ha sido toda la vida. Se trata de crear nuevas reglas y modos de convivencia, con mayor flexibilidad para que todas tengamos oportunidades de crecimiento y emprendimiento. Se trata de no denigrar lo femenino, de no ridiculizar al hombre por apoyar la equidad de género. Se trata de seguir trabajando y buscando soluciones viables a la disparidad a todo nivel. Pero todo empieza por nosotros, ¿qué estás haciendo tú para lograr ese planeta 50-50?

