Las mujeres en prisión son, casi siempre, olvidadas cuando se habla de temas feministas. Es difícil saber sobre sus vidas, necesidades y, hasta ellas mismas no saben cómo actuar ante sus propias realidades.

Pero hay un pequeño grupo de personas, abogadas, periodistas o asistentes sociales que dedican sus vidas a ayudarlas, bien sea con temas la salud, derechos o, incluso, escribiendo y contando sus historias.

Mientras en el 8 de Marzo, o #8M, se realizaba el paro de mujeres en muchos países, organizado por más de 80 militantes feministas, yo fui invitada a participar de un día organizado para las mujeres de la cárcel de la ciudad de São José dos Campos, SP, Brasil.

Un evento donde algunas chicas presentaron sus canciones de hip hop, sus rimas, y sus poesías llenas palabras de empoderamiento, con letras sobre la vida en la periferia, sobre la violencia contra la mujer y sobre feminismo.

Voluntarias en el evento del 8 de Marzo en la prisión.

«Para el Estado y la sociedad, parece que existen solamente 440 mil hombres y ninguna mujer en las cárceles del país. Pero una vez al mes, aproximadamente 28 mil de los detenidos menstrúan» | Heidi Ann Cerneka, coordinadora de la Pastoral Carcerária Nacional (Brasil) para el libro «Presos que Menstrúan», de Nana Queiroz.

En general, las mujeres en esta situación son invisibles. No solo para la sociedad, también para su familia, esposos e hijos quienes muchas veces las abandonan. En Brasil, se estima es que solo 2% reciben visitas, mientras que la mayoría acaba presa debido al narcotráfico – muchas veces como cómplice de su pareja.

En esta cárcel el 8M fue un día para usar la voz. La voz de las voluntarias, al apoyarlas, cantar y conversar sobre nuestra sociedad, y las suyas, para que no se olviden de su poder, de su capacidad, de su valor, y para que recuerden su vida más allá de las rejas. Para que pudiesen hablar de aquel chico al que le escribió una canción, o del himno a Dios que compone desde su celda, para que pudiesen desear feliz cumpleaños a su colega.

“Los crímenes cometidos por mujeres, sí, son menos violentos, pero es más violenta la realidad que las lleva hasta ellos” | Nana Queiroz, libro Presos que Menstrúan.

Desde las mujeres chicas que apenas llegan a prisión, a las más viejas con años de sentencia, el Día de la Mujer también fue de ellas. Y no hay duda que les urge recibir atención.

El sistema brasileño invisibiliza a estas mujeres en su historia. Casi no hay estudios o datos sobre su situación, sus condiciones de salud física y mental, o de la evolución de sus casos. Sumando a eso, tampoco hay suficientes medios que ofrezcan alternativas de vida estas mujeres, tanto antes como después del crimen. Ante esta realidad, no es difícil entender como el número de cárceles se ha duplicado en los últimos 10 años.

Para mi, este pasado 8 de marzo fue un día para ver a estas mujeres que siempre estuvieron frente a mi. De ponerme en su piel, y dar todo lo que tengo para ellas. Además, fue un día para reunirme con otras mujeres y confirmar la máxima que dice: juntas somos más fuertes.