“Creo ser una optimista, pero desde 1945 estoy desprovista de ilusiones”
Cuesta imaginar que esta frase, haya sido dictada por una de las más icónicas mujeres políticas, y grandes defensoras de la legalización del aborto, durante el siglo XX. Sin embargo, Simone Veil represento mucho más que eso, pues le toco sufrir en carne propia los embates de la Segunda Guerra Mundial.
Hija de un arquitecto judío, fue testigo a sus 17 años de los horrores en el campo de concentración nazi de Auschwitz. Simone Jacob (su apellido de soltera) sobrevivió, pero perdió a su madre por tifus en el mismo campamento, mientras que su padre y hermano fueron asesinados en Lituania. Solo ella, junto a sus dos hermanas sobrevivieron al terror de la guerra.
Todos pensarían que los recuerdos de estos años en cautiverio sepultarían la esperanza de cualquiera. No es el caso de Simone Veil, quien personifica de la mejor manera la resiliencia femenina del siglo XX. Después de salir de Auschwitz, estudió derecho y ciencias políticas, donde conocería a Antoine Veil, quién se convertiría en su esposo en 1946.
Esta mujer, se destacó como una importante abogada y política no sólo en su natal Francia, sino también en Europa, llegando a ocupar cargos ministeriales de importancia en su país y convirtiéndose en la primera mujer Presidenta del Parlamento Europeo en 1979.
Sin embargo, el legado de Simone, trasciende fronteras y barreras culturales en todo el mundo. La Ley Veil o ley de despenalización del aborto, promulgada en 1975, fue sin duda uno de sus más grandes aportes a la sociedad francesa. Aunque no faltaron las virulentas descalificaciones contra Veil hasta el día de su muerte, esta Ley le cambiaría la vida a millones de mujeres en toda Francia.
Al analizar, su discurso de 1974 es sorprendente vislumbrar lo adelantada que estaba Veil a sus pares de la época y a muchos políticos latinoamericanos que hoy en día colocan en la palestra el tema del aborto, y cómo se baso en argumentos coherentes con la cultura de la época para disuadir a sus pares. Resalta énfasis, el manejo de los argumentos que utilizó, para convencer al congreso de aquella época lo necesaria y urgente que era la aplicación de esta Ley. En la discusión actual latinoamericana del aborto, abundan entre múltiples alegatos los preceptos religiosos y morales en el lado de los que se oponen al cambio de ley. No obstante, esta situación y casi los mismos argumentos, fueron los que rebatió Veil de forma prodigiosa hace 44 años con aseveraciones como las siguientes:
“Me gustaría antes que nada compartirles una convicción de mujer —disculpen si lo hago frente a esta Asamblea casi exclusivamente compuesta por hombres—: ninguna mujer recurre gustosamente al aborto. Basta con escucharlas. Es siempre una tragedia y seguirá siendo una tragedia.»
Es por ello que, el proyecto que se les presenta toma en cuenta la situación que de hecho existe, y admite la posibilidad de una interrupción del embarazo, es para regularlo y, en lo posible, disuadir a la mujer de llevarla a cabo.”
Discurso del 26 de noviembre 1974, Simone Veil, ministra de Salud de Francia.
La clase magistral de Veil ese día histórico, trasgredió las múltiples objeciones y limitaciones de la época. El discurso se enfocó en establecer que nos encontrábamos ante una situación de desorden e injusticia, donde se admitía la posibilidad de la interrupción del embarazo con el único fin de regularlo y en lo posible, disuadir a la mujer de tomar la opción del aborto.
Recurrió además a evidencia científica, para desmoronar las creencias de sus adversarios, como el hecho de que las tasas de natalidad y fecundidad desde 1965 en toda Europa habían tenido un descenso considerable, indistintamente de la legislación en cada país en materia de aborto. Por lo que se descartaba que la aprobación del proyecto, influyera de manera importante sobre la tasa de natalidad de Francia. Incluso Veil, se atrevió a citar estudios de la OMS, donde se indicaba que una cantidad importante de concepciones se interrumpían en las primeras tres semanas por fenómenos meramente naturales.
El proyecto expuesto por Veil, tenía tres objetivos fundamentales: ser una ley aplicable, donde se abogaba por definir las condiciones del acceso al aborto en términos amplios, pues Veil sostenía que una definición en términos precisos (como por ejemplo las tres causales que se manejan en algunos países), se traduciría en problemas por la necesidad de pruebas que en la práctica no podían obtenerse en el corto plazo.
El segundo objetivo, era hacer una ley disuasiva, esto quería decir que el acompañamiento que se proponía con la Ley fuera capaz de sensibilizar a la mujer sobre los riesgos de la contracepción, aquí se incluía al equipo médico y a un organismo social que tendría como misión escuchar y acompañar a la mujer durante todo el proceso.
Por último, el tercer objetivo buscaba crear una ley protectora, con esto se definía que la interrupción del embarazo solo podía ser realizado hasta la décima semana, porque los riesgos físicos y psicológicos aumentaban considerablemente después de ese tiempo. Se acordaba además que bajo ninguna circunstancia se podía obligar a los médicos o auxiliares a participar, y para protección de la mujer la intervención solo podía realizarse en instalaciones hospitalarias públicas y privadas.
Simone, de manera estratégica también propuso que el proyecto tuviera una aplicación solo de 5 años, y una vez consideradas las estadísticas demográficas posterior a este período, el parlamento debería debatir de nuevo la ley considerando estos datos. Los años le dieron la razón y en el año 2001, se extendió en Francia el derecho a la interrupción del embarazo hasta la duodécima semana del embarazo.
Fue tal, el impacto de sus acciones y su legado político en la sociedad francesa y europea, que un año después de su muerte el 30 de junio de 2017, entro por la puerta grande del Panteón francés, cripta donde reposan algunas de las figuras más ilustres de Francia. Cabe destacar que Simone se convirtió en la quinta mujer de toda la historia francesa, en recibir este honor tras la científica Marie Curie, Germaine Tillion y Geneviève de Gaulle-Anthonioz (figuras de la Resistencia antinazi) y la científica Sophie Berthelot. Sin duda su legado trascendió las fronteras de su Europa, y su discurso e ideas continúan vigente en nuestra lucha actual por la liberación femenina.
Gracias Simone Veil, une vie résiliente.