Por Jodie Padilla Lozano
El feminismo, como cualquier movimiento social, tiene marcadas aristas que normalmente llevan la atención a los extremos y no siempre todos sus matices son rescatados. Si de sus marcadas esquinas hablamos, tenemos por un lado a feministas “rebeldes” que enfrentan fervientemente a hombres y mujeres que se oponen a un pensamiento crítico que ni siquiera se han tomado la molestia de comprender a profundidad, considerando que una acción frontal requiere de una reacción contraria con la misma intensidad. Tenemos también a las feministas “dóciles” que a veces hasta prefieren callar lo que piensan para no causar incomodidad en las personas y atraerlas con otros argumentos cautelosamente.
Tenemos feministas “con pudor” que han dejado tan en el olvido la objetivación de su cuerpo que saben que una cara, derriére o escote bonito no aportan en nada a su causa personal por lo que no los explotan; ser sexy simplemente no es lo suyo. Hay feministas “expresivas” que quieren liberarse de ataduras sexuales al apoyar iniciativas como Free The Nipple o a través de sus propios desnudos; al fin y al cabo vestirnos o desvestirnos como queramos no le debería importar a nadie ni debería ser motivo para ningún tipo de falta de respeto.
Hasta aquí ya hemos hablado de 4 esquinas de accionar contrario de un cuadrante llamado feminismo, lo curioso es que cada escenario se basa en fundamentos similares. “La viña del Señor da todo”: feministas ateas, creyentes, tradicionales, sumisas, liberales, rebeldes, empoderadas y la lista nunca acaba. Ante esta situación aparece la pregunta del millón ¿Qué es con exactitud el feminismo y cómo debe actuar una feminista? El feminismo es una búsqueda de justicia ante situaciones de desigualdad específicas de género. Los derechos de la mujer son una rama de la amplia variedad de derechos humanos; por su parte, el feminismo confirma que durante siglos el sexo femenino fue excluido, oprimido y obligado a cumplir con reglas impuestas únicamente a este grupo, por lo que esta crítica social exige se respete la capacidad de la mujer de ser, pensar y actuar con total libertad.
Por su parte, un feminista, hombre o mujer, tiene total libertad de expresar su pensamiento de la forma que crea conveniente, somos seres con conocimientos, experiencias y sentimientos particulares, lo que nos hace definir nuestras propias acciones y por ello formar esta gran diversidad llamada humanidad. Como activistas de los derechos humanos, lo que mejor debemos hacer es tolerar la diversidad en sus múltiples presentaciones, ¿qué hay de malo en una feminista religiosa-comunista, embarazada y pro aborto? Un feminista que no tolera a otro feminista que se expresa de forma diferente o por ser una mezcla “incoherente” aún no ha entendido nada… No cabe duda que la cualidad principal de un feminista radica en ser tolerante, esto es algo que he comprendido con el tiempo. Si me preguntan qué tipo de feminista soy, con total certeza diría que la pregunta está mal fundada, estos no son tiempos en los cuales seguimos buscando formas de separarnos y catalogarnos.
La razón es simple: nosotros no somos lo que decimos, somos lo que hacemos y lo que defendemos. Con esto quiero mostrar que la magia de la libertad de expresión ciudadana no está en cómo nos clasificamos, está en la tolerancia y el pacifismo con el que abordamos nuestra postura para generar concientización, está en la paciencia con la que debatimos y compartimos ideas, está en la disposición a cambiar nuestro pensar si las evidencias nos demuestran lo contrario, etc. En fin, la magia del feminismo y de todo movimiento en defensa de los derechos humanos, no está en exigir deliberadamente preferencias, sino en encontrar el verdadero problema y solucionarlo, hay que hacer propuestas claras, aplicables a la realidad, que no requieran únicamente de un tercero ni de una autoridad y mucho mejor: que sean iniciativas que se pongan en marcha desde ya, producto de la dedicación personal y unión objetiva.
Todos podemos hacer un cambio por distintos frentes acordes a nuestra personalidad; se puede generar conciencia al conversar del tema con los que nos rodean, al compartir información valiosa por nuestras redes, al manifestar nuestras querellas en las calles, al seguir un líder inspirador o al optar por liderar la causa. Toda forma de expresión es válida porque no hay atajo para el éxito, con unión, educación, pasión y honestidad podemos hacer del machismo y la intolerancia, cosas del pasado.
Así que si buscabas una larga lista sobre cómo ser un feminista lamento decepcionarte, mi consejo es que SEAS TÚ MISMO y aceptes esa condición de los demás con TOLERANCIA ¡Con esto estás listo para todo! No tengas medio en crear tu propia versión del feminismo, de mi parte seguiré siendo Feminista Hasta La Equidad.