Les compartimos esta triste noticia reportada en El Estímulo, donde relatan el abuso del personal de uno de los populares bares del CC San Ignacio de Caracas, Pisko Gastro & Bar, quienes agredieron y sacaron a golpes a una pareja de chicas simplemente por ser lesbianas.
Andrea De Oliveira y Clara son pareja desde hace un año. Según ellas, han logrado vivir en una especie de “burbuja” donde la homofobia no las toca, por lo menos no en sus zonas de confort. “Nuestros papás saben y para ellos no es ni siquiera relevante. Nuestros amigos nos apoyan, hasta mi hermanito de 7 años sabe. Para todos solo somos Clara y Andrea. Nada anormal”.
Imagen del Bar
Andrea, de 26, es psicóloga egresada de la Universidad Católica Andrés Bello y Clara, de 24 años, es odontóloga y cursó sus estudios en la Universidad Santa María.
Clara, aún con su mono quirúrgico, se reunió con su novia y acordaron ir a un sitio para tomar unos tragos. Decidieron ir a Pisko Bar, un local nocturno en el Centro San Ignacio, en Caracas.
Llegaron temprano: alrededor de las 9 de la noche. El vigilante les dijo que prácticamente no había nadie, y realmente solo estaban un par de clientes más.
La actitud de ambas en la barra la describen como nada obscena, nada fuera de lo común para una pareja: se sentaron una al lado de la otra y Andrea le hacía unos pequeños cariños en el brazo a Clara.
“Después del segundo trago fui al baño”, dijo Andrea: “Cuando salí me encontré a Clara hablando con un vigilante, alguien de seguridad del local, que parecía regañarla”.
Andrea confesó que hasta le causó gracia porque ya están un poco acostumbradas a los regaños en público. Y se acercó con curiosidad a preguntar qué pasaba.
“Hola, buenas noches, ¿cuál es el problema?” preguntó la joven. “No… bueno, es que no pueden hacer esto aquí”, fue la respuesta del empleado de seguridad.
Andrea le increpó sarcásticamente: ¿Qué habían hecho de malo ¿Tomar un trago, usar lentes, estar con ropa quirúrgica?
“No, no… Esto, esto. Bueno, es que no soy yo, es que se quejan”. El hombre no sabía explicar que tenía un problema con sus demostraciones de afecto.
La pareja le dijo al guardia que les mostrara las imágenes de esa conducta impropia, pues tenían una cámara al frente. El tipo se calmó un poco y Andrea logró hablar con él hasta que se fue.
Clara ya estaba muy molesta y esto creó una situación incómoda entre ambas. Mientras Andrea se reservaba por miedo a ser injustamente juzgada, Clara quería bailar sin tapujos y “cagarse” en lo que dijera la gente. “No es porque yo no lo quiera hacer, me da fastidio que vengan a fastidiarnos otra vez y nos arruinen la noche”, le soltó Andrea a su novia, quien se molestó aún más.
Clara comenzó a llorar y naturalmente, su pareja la abrazó para tranquilizarla. Desde la empatía le explicó que entendía su frustración y que se calmara.
Momentos después, Clara avisó que iba al baño y Andrea ofreció comprar otra ronda de tragos.
Mientras se dirigía a la caja la abordaron dos vigilantes de Pisko Bar -el mismo de antes con otro- para reclamarle nuevamente pero en otro tono: “Me empezó a hablar, pero mucho más hostil. Me empezó a manotear como buscando problemas. Me dijo que ya nos había dicho, que dejáramos de hacer eso”, explicó Andrea.
Una vez que los vigilantes dejaron de increparle, se dirigíó a la cajera y le dijo que no estaba de acuerdo con ese trato, que ellas eran clientes del local y que no estaban haciendo nada malo.
Al terminar de pagar el ron llegó otro empleado que parecía el encargado del lugar. Andrea le hizo el mismo reclamo. “La gente como ustedes no puede estar aquí”, fue la respuesta que obtuvo.
Justo en ese momento, muy cerca de ellos, una pareja heterosexual se estaba “lateando (besando) durísimo”, aseguró Andrea. Y se lo hizo ver al empleado: “¿Ellos sí pueden?”. El tipo ignoró esos comentarios y a los gritos se dirigió al vigilante: “¡Qué ladilla esta mierda! ¡Resuelve tú!”
Inmediatamente el guardia la agarró por el brazo. “Se tienen que ir, se tienen que ir”, le exigía el hombre. Andrea le pidió que la dejara esperar a su novia que estaba en el baño.
La cajera, aunque atónita, no intervino. El guardia volvió a sujetarla del brazo y mientras la arrastraba hacia la puerta de Pisko, la pellizcaba fuertemente en las costillas. Así empezó la agresión física.
Andrea, como es natural, le pidió que dejara de hacer eso. Le gritó que la dejara en paz y le recordó que en ese, como en todos los lugares, la discriminación es inaceptable.
“Me vale verga las leyes”, gritaba el empleado de seguridad: “En mí local yo saco a quien me de la gana”.
De pronto, mientras la “invitaba” a salir del lugar, comenzó a golpearla con el puño cerrado. Ahí, delante de decenas de personas que no hicieron nada, un guardia de Pisko Bar agredió físicamente a Andrea de Oliveira. La golpeó varias veces entre las costillas cuidando de disimular: “Me logró golpear de una manera que no se viera en las cámaras. Él me tapaba. Después se volvió a meter en el local. Le escribí a Clara por WhatsApp que saliera del lugar”.
Clara no sabía lo que estaba ocurriendo: “Yo no vi el mensaje mientras estaba adentro del baño. Me tardé full y cuando salí lo vi. Salí a la calle y ahí estaba Andrea, obviamente muy alterada”.
La decisión que tomó la pareja en el momento fue dirigirse a la seguridad del Centro Comercial San Ignacio, quienes anotaron los datos de las dos y les preguntaron dónde había ocurrido esto. Y les indicaron volver al local. Al llegar a Pisko salió un guardia que no era el que la había golpeado y negó toda actividad de violencia hacia ellas.
El empleado de seguridad del Centro Comercial les dijo que ya no podía hacer nada y les sugirió acudir a la sede cercana del CICPC.
Es increíble que existan personas, y empleados de locales públicos, que aún se atrevan a discriminar y agredir a personas por su orientación sexual. Y que todo esto suceda con total impunidad.
Desde aquí invitamos a hacer un Boicot a Pisko Bar, y dejarles su opinión en sus redes sociales (FB, IG, Twitter) para que tengan claro que la homofobia y el abuso no son aceptables.
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