El 12 de Diciembre entre las 4 y 6 de la tarde Bernardo Montoya había secuestrado a Laura, Laura Luelmo, una chica de 26 años que había salido a trotar. Si, a trotar, como cada día desde que se había mudado a un pueblo de Huelva debido a su nuevo trabajo como profesora.

Laura, como muchas mujeres se había sentido insegura por las continuas miradas de su vecino cada vez que ella salía a trotar, así se lo había comentado a su pareja. Lo que Laura no sabia es que Bernardo Montoya en 1995 había asesinado a Cecilia, una anciana a la que había intentado robar apuñalándola sin tener éxito, luego que Cecilia denunciara y arrestaran a Montoya, no había pasado tiempo de regresar a su domicilio cuando la mato a machetazos. Durante un permiso en 2008 intentó asaltar a una peluquera de El Campillo, el perro de la joven la defendió y él apuñaló al animal. En 2010 fue condenado por quebrantamiento de condena, salió gracias a un permiso y no regresó. En 2016 cometió dos robos con violencia.
Luego de salir a trotar, Laura no regresó. Entre especulaciones y días sin noticias oficiales, el 17 de diciembre la encontraron. Laura estaba muerta. Al realizar la autopsia se confirmó, Montoya la había violado y la había matado entre 3 o 4 días después de haberla secuestrado con una paliza brutal dejándola envuelta tirada. Sin embargo, para muchas personas la agresión sexual en el caso era un hecho tácito desde la noticia de su desaparición
Laura no murió, fue asesinada en manos de un hombre que no tenía ninguna relación con ella y por este motivo al igual que el caso de Diana Quer no ha sido tomado dentro del sistema judicial como violencia de género ya que no se produjeron dentro del ámbito de pareja o ex-pareja. El término amplio de violencia machista dentro del sistema ha sido y sigue siendo una de las mas grandes luchas feministas para lograr ampliar nuestra protección legal. El sistema judicial ha fallado en proteger a la mujer, a la victima. Nuestra realidad es que somos “protegidas” por un sistema judicial patriarcal.

A punto de terminar el 2018, en España se produjeron 49 feminicidios oficiales – 97 en total – 14 de ellas habían denunciado a su maltratador y cinco victimas mortales tenían alguna medida de protección vigente en el momento de su asesinato. El caso de Laura se suma a la inmensa cantidad de asesinatos en mano de hombre por el simple hecho de ser mujer, la falta de protección a la victima es un fallo no solo en el sistema judicial sino también en el sistema democrático, somos violadas, maltratadas, asesinadas; no obstante, el culpable sale en libertad si es que con suerte le caen años de cárcel – recordemos el caso de la Manada. Que las leyes y las decisiones sean en protección del agresor deja mucho que pensar, la flexibilidad en los juicios por violencia machista ha normalizado entre los maltratadores sus acciones sin prácticamente ninguna consecuencia
Hasta siempre Laura. Luchamos por la que estamos, por las que nos arrebataron y por las que vendrán.
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