Resumen del caso de violación de una chica en Colorado por Kobe Bryant, en el 2003. Basado en toda la evidencia publicada en este reportaje de The Daily Beast.
Atleta famoso viola a una chica de 19 que trabaja como recepcionista en el hotel en el que se hospeda. La evidencia es innegable, ADN, sangre, moretones. Los medios la culpan, dicen que seguro se lo buscó, publican sus datos personales, fotos, dirección. Los fans la acosan, la insultan, la amenazan. La chica se niega a testificar por miedo a más acoso, y se resuelve el caso con un acuerdo civil. El atleta se disculpa públicamente, dice que el pensaba que la chica sí quería, aunque ahora entiende que (cuando trataba de huir, lloraba y decía que no) era que realmente ella no quería. La industria lo acepta sin problema. Sigue su carrera recibiendo elogios, patrocinantes, y admiración. Muere en trágico accidente, y el mundo habla de lo maravilloso que fue, e insultan a quienes se atreven a publicar sobre el caso de violación.
Es muy triste que alguien, famoso o no, muera en un accidente a temprana edad. Ahora, creo que no debemos olvidar este caso de violación al que no se le dio la relevancia que tenía, al salir a la luz en un época en la poca atención se le daba los abusos cometidos por las celebridades y los atletas.
La fama o talento de una persona no es excusa para ignorar su abuso. Pero tampoco disminuye el dolor y la tristeza de su familia y seres queridos ante su muerte, para ellos nuestras condolencias.
Kobe fue un atleta excepcional, eso nadie lo pone en duda. Pero su talento no debería valer para ignorar su abuso.
¿Qué mensaje le damos al mundo cuando proclamamos como admirable e inspirador a una persona que violó, solo porque era talentoso en los deportes?
La realidad es que si eres fan de Kobe, y crees que él era una buena persona, la única manera de explicar que él haya violado a un chica y pensado que no era violación, es que estuviese tan inmerso en la cultura de la violación que nos rodea, esa que es incluso más fuerte en algunos ambientes deportivos que suelen promover una masculinidad toxica, que quizás realmente creía que cualquier chica querría tener sexo con él. Quizás pensaba erradamente que incluso las que decían que no, lloraban, trataban de alejarse, realmente solo se «hacían la difícil» o estaban » jugando a no querer», y «en el fondo querían» ser ahorcadas y forzadas.
Eso es el mejor escenario, si quieres darle el beneficio de la duda y pensar que Kobe no fue consciente de que la violaba, porque la evidencia es innegable. Pero ese mejor escenario solo nos recuerda una cosa: la cultura de la violación, esa gama de ideas y comportamientos que fomenta las violaciones al normalizar o minimizar las conductas abusivas, culpar a las víctimas por «buscárselo», y restarle importancia a los crímenes: es real y poderosa. Y proclamar a un violador como un admirable ejemplo a seguir, solo fomenta esa cultura.
Por eso hoy, aunque algunos nos digan que no es apropiado recordar sus abusos ante su muerte, nos atrevemos a publicar esta nota. ¿Cuánto más debemos esperar para hablar que NO ser un violador debería ser más importante que ser talentoso en los deportes?
Algo que vale mencionar, es que aquí no nos alegramos de la muerte de nadie. Ante los abusos se busca justicia, se busca romper los patrones culturales que fomentan el abuso, se busca informar.
Tampoco condenamos que sus seres queridos lo recuerden y homenajeen con amor y enfocados en lo positivo. Es completamente natural, y la realidad es que nadie es 100% bueno o malo.
Lo que se cuestiona aquí es que la sociedad en general, los medios y celebridades poderosos, fomenten el minimizar los abusos sexuales al comunicar el fallecimiento de alguien que violó a una chica como un «icono admirable, un gran hombre, y un ángel a imitar».